viernes, 15 de junio de 2012

Mi papá y yo



Por: Luis Mauricio García
Cada vez que busco escribir este texto es complicado: es difícil cifrar algo para la persona que es tu máxima crítica,  en mi caso, Mi Padre.

Es la segunda carta que te escribo; la primera, al parecer sé perdió o quizás las fuerzas ocultas de las personas que nos quieren ver separados, conspiraron para que eso pasara. No importa, siempre puedo volverte a escribir y reinventarme e reinventarte en cada intento: es imposible escribir lo mismo dos veces, por lo menos para mí. Espero que te guste.

Hoy tengo 22 años, el tiempo ha pasado, me parezco a ti cada día más —a veces pienso que no lo notas—, poseo grandes metas, aún no he publicado nada realmente como los dos quisiéramos— paciencia, eso va a pasar—, pero si de algo estoy seguro es que como bien dice mi mamá: los dos recorremos juntos la carrera (periodismo), yo en las aulas universitarias, y tú con tu trabajo pujante y tus críticas constantes. Hace poco te pasé un texto aún no terminado y me viste varios errores; en ese momento dije jamás volveré a pasarle algo no terminado. Ese texto era un borrador aún. Este tema es muy importante, ya que en la vida profesional es bastante similar la situación; mi feje también me hubiera marcado los mismos errores, peor aún, un ¨tufillo¨ de desconfianza tendría de mi trabajo: este muchacho enseña textos con errores, no pasa nada, quizás pensaría.

Estoy seguro que tratas de evitarme esos malos momentos. La verdad, me ha costado entenderlo. Hoy siento que he madurado y por eso debo de ser humilde y aceptar consejos, tus consejos. Ya no falta nada para terminar esta larga carrera, 11 cursos son los responsables de mi permanencia aún en la universidad.Luego al mundo laboral. Tengo el presentemiento, y sin temor a equivocarme, que el día que deje la universidad nuestra relación va a cambiar: ¿Nos volveremos a alejar?, espero que no. Me agrada que te importen mis cosas, que leas las cosas que escribo y, sobre todo, que mis alegrias sean las tuyas y siempre tengas una palabra de aliento para mis derrotas: tengo que equivocarme, ese es el precio del verdadero éxito.Siempre voy a necesitar de tus consejos.

Estas líneas se terminan por ahora, pero con la firme promesa que no será la última vez que te escriba. Hace unos días dijiste algo a karin en la casa, que no me gustó; me dolió. Siempre quiero ser el mejor para ti, quiero que pienses lo mejor de mi y, sobre todo, eres a la última persona que me gustaría defraudar junto con mi mamá.Solo te pido algo, recuerda esas semanas pasadas justos los tres, han sido de las mejores en mi vida: yo, mis papás juntos, los tres cenando, los tres en el desayuno, los tres como pequeña familia, los tres, los tres y solo los tres. No pienses mal, yo amo a mis hermanas y a pepe, pero si algo me faltaba era sentir eso: ser el hijo que esperan para cenar y al que le preguntan por sus clases en la universidad. Te amo papá.

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