Por: Mauricio García
Dos
décadas después del primer adolescente “sí”. Las manecillas de la vida de Karin
y Armando se detuvieron el pasado 14 de abril del 2012, para juntarse en
matrimonio y convertirse en una sola, con la misma ilusión de la primera vez.
Hasta el final de sus vidas. “Aceptamos”.
Se conocieron en la infancia, jugaron,
compartieron y se enamoraron en la pubertad. Aunque, el destino caprichoso los
separó para hacer de ellos profesionales y seres humanos íntegros, el 12 de
abril del 2005 se volvieron a encontrar. El tiempo había pasado, los caminos
habían sido diferentes, pero ahí estaban como dos adolescentes y se miraban sin
hablar. “Luego de esa noche, volvimos a salir, y nuestros recuerdos y nuestro
amor nos fue envolviendo”.
“A mí me gusta su dedicación en el trabajo, su forma
de ser y paciencia que tiene para comprenderme” comenta Armando. Hoy desde la
tranquilidad de su hogar Karin está segura, que él es el hombre indicado para
ella. “Por algo, la vida nos volvió a reencontrar y nuestro amor estaba ahí”,
menciona, mientras recuerda los meses previos al matrimonio. Inolvidables.
“Agradecidos siempre estaremos a todos los que de alguna forma nos ayudaron a
organizar ese día de ensueño”.
El formar una familia es una de las
decisiones más importantes de la vida: alegrías, convivencia, discusiones,
problemas. Es todo un conjunto y ellos lo saben perfectamente. “Esperamos
llegar juntos hasta el ocaso de nuestras vidas y cuidarnos mutuamente”. Por el
momento, están avocados a trabajar y conseguir las nuevas metas, que como
pareja se han trazado. Países, ciudades y anécdotas, alrededor del mundo los esperan.